Feria del Libro de Madrid, 2013.
No sé si
a vosotros os sucede lo que a mí, no es que yo viaje mucho, a decir verdad lo
hago más bien poco y esas pocas veces, acostumbro a hacer algo de forma
totalmente consciente y premeditada, que es perderme por los lugares que
visito. Siempre he sido de la idea de que no hay mejor fórmula para conocer un
lugar, que perderse primero, dejarse llevar después, para finalmente reencontrarse
más tarde. Eso me ofrece descubrir durante ese trayecto el destino muchísimo
mejor, o al menos, así me lo parece a mí. Total de no reencontrarte si acabas
perdido o desorientado, siempre puedes recurrir a un taxi y que te lleve de
nuevo al punto de partida (es una opción). A veces sin embargo intento programar
de antemano, algo que en ocasiones es como tentar al destino, ese 'eterno
juguetón' que para
bien o mal, modifica todo a su libre antojo, y otras directamente no dudaría en
llamarlo: el destino, ese 'jodido cabrón' capaz de llevar al traste la
mayor y escrupulosa organización.
¿Quién
no ha tenido en alguna ocasión dicha sensación?
Que a mí
se me pueda ir un plan a pique tampoco tiene mayor trascendencia dado que me ha
sucedido bastante a menudo a lo largo de mi vida, más recientemente en algo que
pueda resultar de lo más trivial, exactamente en la pasada - Feria del Libro de
Madrid - pues aun intentando no dejar demasiado al azar y programando las cosas
que me apetecían hacer y las personas a las que tenía cierto interés en conocer;
el que me acercara hacia la capital desde 700kms más allá y teniendo en cuenta
la hora de llegada del tren, además de sumar que posteriormente debía pasar a
dejar mi maleta, pues cargar con ella a lo largo del parque del Retiro se me antojaba
de lo más incómodo, fueron motivos que se aliaron convirtiéndose en cómplices
de que finalmente yo llegara tarde a la firma que llevaba a cabo alguien que me
apetecía y mucho conocer, me refiero a Risto Mejide.
Yo lo
había programado de antemano, sí, y sabía dónde encontrarle, también, (y aunque
por zona - Barcelona - me quede mucho más cercana) esa oportunidad de verle ahí
en la Feria se me brindaba cómo más factible, sin embargo al igual que me
sucedió con algún otro, llegué tarde.
— Qué lástima — pensé.
Sé que para
muchos Risto, así sin paños calientes, es un cafre. Alguien capaz de provocar la
más molesta de las urticarias además de una insoportable acidez ¡vamos! un tipo de lo más encantador que solo verlo, se te indigesta. Bueno, ¡qué decir! no cabe la menor duda de
que él es así, no es ningún secreto de estado que despierta una mezcla de: amor-odio,
en muchas ocasiones siendo honestos la balanza se decanta hacia el lado del
odio (un sentimiento que yo tengo descatalogado, en la sección de pérdida de
tiempo, pero allá cada cuál) y en eso, no sé en que grado influye el que sea
catalán, o sencillamente se resuma en que es directamente un tocapelotas
habitual, pero de lo que no cabe la menor duda es que posee una innata habilidad,
de la que no hace falta decir más pues ya todos lo conocéis sobradamente bien (al
menos televisivamente hablando).
Sin
embargo a mí, que intento mirar más allá, y al igual que otros muchos, pues solo
tenéis que ver su número de seguidores en redes sociales, me tiene totalmente
fascinada, sí, dije: FASCINADA (tampoco descarto que quizá yo sea una de esas mujeres…
de fácil fascinación) y a banda de los muchos sentimientos negativos que
enumeré antes y que está claro causa, yo creo que se trata de un tipo
brillante.
¿Qué, no
me crees? Pues léete alguno de sus artículos y constata que así es.
Lo
cierto es que tras leerle suelo pensar que no va a poder sorprenderme más y
entonces a la semana siguiente, ¡qué cabrón! Lo hace de nuevo. Una vez más se
supera y con ello aumenta mi admiración hacia él.
Decir
algo así de alguien que está claro que tiene a su vez un gran número de
detractores, puede resultar hasta peligroso, pero creo que muchos de ellos,
leer, leen más bien poco y por supuesto voy a seguir mi máxima y es que: “me da
lo mismo, que lo mismo me da.”
Por eso
me permito decir también que estoy totalmente convencida que apenas unos
minutos de charla con él, hubieran sido muchísimo más fructíferos que gran
parte de la EGB (Educación General Básica) que cursé; claro que este apunte
proviniendo de una zurda que estudió en colegio de monjas, a priori, no parece
muy creíble y delate mi poca estima hacia ese ‘colectivo religioso’, más
preocupado en la época de que hiciera ganchillo con la diestra, ¡muy útil, si
lo mencionas en el CV! A que me formara y adquiriera muchos otros conocimientos,
¿más importantes? No os quepa la menor duda. Sin embargo una de ellas quiso convertir
ese detalle, en su propia cruzada y mi mano izquierda pasó a ser su gran
enemiga.
Después
llegó otro religioso, otro gran aliado suyo, un lobo con piel de cordero,
haciéndose pasar por educador y al que también tuve el infortunio de conocer,
pues lamentablemente para mí, ellos sostuvieron entre sus manos algunas de las
decisiones importantes de mi vida estudiantil; y no me malinterpretéis (ya os
dije que el odio lo tengo descatalogado) además no voy a ser tan desagradecida,
ni corta de miras de acusarles únicamente a ellos, por supuesto, yo tuve un
tanto por ciento muy alto de culpa, que unido a lo poco consciente que era por
entonces, producto posiblemente de mi corta edad, esa que te da no saber lo que
realmente quieres hacer con tu vida, para necesitar llegar a puertas de los
cuarenta y entonces descubrir, lo que siempre había estado ahí; mi pasión por
escribir, que aun a pesar de esas carencias y de la ignorancia que conlleva no ser
siquiera licenciada en nada, me avalan unos cuantos escritos y un par de libros
hasta la fecha. Y mal pese a alguna, aquí sigue aquella zoqueta (otra bonita
manera que utilizaban para definirme) sin complejos, y venerando al que para
muchos no es otro que ese demonio de Risto, pero yo sencillamente sólo puedo decirle:
¡Gracias!
Porque voy
aprendiendo a dejar de escuchar a mediocres que nada me enseñaron y con
demasiados consejos gratuitos, que no recuerdo haberles pedido, para únicamente
nutrirme de aquellos que realmente merecen la pena, y aunque yo voy a seguir cometiendo
errores, tanto o más que entonces, agradezco que por algún motivo aún sin
entender muy bien por qué, ya sea fruto de la curiosidad, o de ese afán
aventurero que ha permanecido en mí a pesar de todo ello, me centre en escuchar
y leer a tipos que cómo él tienen mucho que decir…
Dije al
principio, que fue una desilusión no llegar a encontrarlo ese día, sin embargo,
cómo dicen: ‘las mejores cosas, suceden, cuanto menos las planeas’ así que allí
en la Feria del Libro me dí de bruces, de sopetón, inesperadamente con alguien
que anteriormente no había previsto, y allí estaba, un simpático y entregado
Christian Gálvez, que firmaba junto a su eterna sonrisa, su último libro:
Tienes
Talento
Charlamos
un rato, pues es alguien que se presta a ello y su actitud te invita a
acercarte a él, qué decir que me sorprendió gratamente y apenas tardé unos
segundos en darme cuenta que adquirir su libro había sido una gran idea, más
allá de lo que pudiera encontrar después en sus páginas.
Recuerdo
además que fue algo a lo que hizo referencia, sobre que ambos nos dedicáramos a
escribir, aunque con la diferencia de que él condujera sendos programas de
éxito en televisión y que quizá le daba sin duda, una visibilidad, que desde
luego no cabe decir que yo no tengo, pero su reflexión posterior a eso, me
pareció de lo más acertada y al instante supe que iba a valer la pena leerle.
Así que
recomiendo que os lo leáis, más allá de que os sirva, os conciencie, os anime,
os enseñe, os muestre o inclusive os recuerde algunas cosas que quizá ya sabíais
u otras que seguramente no, simplemente, lo resumiré en que:
< Leerlo, creedme, no os va a hacer ningún daño >.
Después
decidiréis que hacer con toda esa información, que puede ser sencillamente no
hacer nada, es una opción tan lícita como otra cualquiera, por supuesto. Pero
más allá de eso, os acercará a sus experiencias que no son pocas (a pesar de su
edad) en el medio en el que tan bien se mueve, abriéndoos las puertas además a
conocer a alguien cómo: Leonardo da Vinci que de otra manera quizá no os lo
hubierais ni planteado.
Ahora sé
también que Leonardo y yo, nacimos ambos bajo el mismo signo y aunque algunos
dicen que era ambidiestro, otros afirman sin embargo que era zurdo, y más allá
de que al igual que él yo pudiera poseer o no, TALENTO, debo decir que con este
libro algo se me ha despertado y me ha servido para reafirmarme en que la perseverancia
es una buena aliada cuando se trata de alcanzar algo y que el éxito llega, no
para el que sabe esperar, sino para el que va en su busca; por el momento mi
éxito es amar lo que hago y seguir construyéndolo para conseguir resultados.
Gracias Christian,
por este libro y por tu dedicatoria:
…‘Has nombrado curiosidad, más
perseverancia. Será que tienes parte de GENIO’.
Eso, no
lo sé, pero de lo que estoy segura es de ser alguien que se fascina con personas
como Risto o Christian, e intento impregnarme, aprender, descubrir, vivir…y por
supuesto tratar de convertir mis sueños, en realidad.
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