David
Ordinas y Pablo Puyol, en "Venidos a menos" son un par de cracs…
¡que se vienen a más!
No
haré ningún spoiler, ni desvelaré el espectáculo pues siempre he pensado que no
hay nada peor que te revelen algo, cuando lo realmente maravilloso es poder disfrutarlo
y descubrirlo poco a poco por ti mismo (y además, si os pica la curiosidad ya hay
suficientes imágenes y vídeos por la red) eso lo dejo a vuestra elección.
Así que con
este escrito tan solo pretendo que vayáis a verlos y que cuando lo hagáis, sencillamente
lo viváis con los ojos de un niño —y con esto aprovecho también para decir
que “sobre todo” no olvidéis dejar a los niños en casa, porque este show no es
para ellos—. Me ceñiré a mis impresiones, a todas esas emociones que me
hicieron sentir de principio a fin, muy a pesar de que probablemente y en
cierto modo yo no sea del todo objetiva; y es que ambos me caen genial.
David
es tremendamente cercano. Un tipo que de proponerme salir de fiesta con él, le
diría que sí y sin pestañear, porque estoy convencida de que no me iba a dar ni
un segundo de tregua… Tiene esa capacidad innata en poner la cara, la pose, hacer
el gesto o la mueca adecuada en todo momento, no hay más que mirarlo para que te
arranque de inmediato una sonrisa, —y con la total certeza de
que de ahí le seguirán— una carcajada tras otra.
Por
otro lado está el irreverente y directo Pablo que te atrapa veloz con su pícara
expresión, pero que en cuanto baja del escenario te seduce sin proponérselo, con esa
pizquita necesaria de inocencia que sigue manteniendo en su mirada; y sí lo
reconozco, sentir cierta debilidad por él me hace excesivamente fácil la tarea
de deshacerme en elogios.
Es
evidente que son distintos aunque su finalidad en lo alto del escenario sea la
misma, y es por eso que forman el tándem perfecto, ya que apenas necesitan una
guitarra y un cajón, para lograr con su sola presencia inundar el teatro o sala
donde se encuentren. Es su actitud, es el buen rollo que desprenden que se
contagia y que te engancha desde el segundo cero, desde antes incluso de salir a
escena (en su momento, ya me entenderéis). Ellos son la ironía en estado puro, pues
ya os avanzo que no esperéis finezas, ya que son descarados, elocuentes y
con la espontaneidad suficiente como para dejar espacio incluso a la
improvisación, si la situación lo precisa. Y todo ello fantásticamente complementado
con su música y letras pegadizas, de ésas que fácilmente te descubras
tarareando a partir de ahora: "en la ducha, en la parada del bus, o bajo
la mirada de algún estricto superior durante tu jornada laboral". Porque…
¡Ay! Que son, “alegres sevillaaaaanas”. Y
a…
Bueno, mejor, lo
descubrís por vosotros mismos. Porque si queréis desconectar, reíros y pasar
un rato divertido con sus ingeniosas ocurrencias, este es el espectáculo al que
debéis acudir. ¡Avisados estáis!
Elena Porras
Sánchez.
Programación fechas de su espectáculo, aquí: